lunes, 23 de abril de 2012

¡Bona Diada de Sant Jordi!


Como todos sabéis hoy se conmemora Sant Jordi en muchos países del mundo, pero se celebra especialmente aquí en Cataluña. Es una fiesta con una gran tradición festiva y popular en nuestras tierras. Las ciudades y pueblos se llenan de libros y flores y de gente que curiosea entre los puestos o que simplemente disfruta del ambiente tan maravilloso que se respira en las calles. A mi personalmente me parece un día muy romántico.


La cultura catalana mezcla en esta diada varios símbolos,  como la tradición medieval de celebrar una misa en la capilla de Sant Jordi del Palau de la Generalitat, regalar una rosa como muestra de amor y celebrar también el día del libro. Un 23 de abril murieron dos figuras claves de la literatura mundial: Miguel de Cervantes y William Shakespeare (y casualmente  Josep Pla), y la UNESCO en 1995 marcó esta fecha como el  Día Mundial del Libro, celebrado en más de 80 países.

Para aquellos que no tengáis claro todavía qué libro comprar,  os voy a dejar unos cuantos enlaces de recomendaciones de libros que hemos preparado en las bibliotecas de Terrassa. Espero que os sean de ayuda.

¡Feliz diada de Sant Jordi!

martes, 17 de abril de 2012

Cuando toca leer mandalas


Os propongo que hagáis esta reflexión: sois lectores y lectoras  de toda la vida.  Los libros siempre os han acompañado allá donde hayáis ido.  No os imagináis unas vacaciones sin un buen libro (o dos,  o tres,  o más) a vuestro lado. Todavía recordáis aquella primera historia que os atrapó y a partir de la cual, ya no habéis parado de leer. Si por la noche, antes de ir a dormir  no leéis, ni que sean 2 o 3 páginas antes de que os pueda el sueño y el cansancio acumulado, pensáis que ese día no ha acabado bien del todo.  Vuestra mesita de noche parece la estantería de la mejor librería de vuestra ciudad, repleta de libros fantásticos esperando que toque su turno de ser leídos.  En definitiva, os encanta leer. 

¿Sí? Pues ahora os voy a contar una historia un poco triste pero muy bonita, o al menos a mí me lo parece. Imaginaos que todo lo anterior es cierto y que, además, os encanta ir a las bibliotecas y buscar y rebuscar entre las estanterías o simplemente estar allí, leyendo tranquilamente, rodeados de ese olor a libros (doy  fe de que existe) y de esa tranquilidad. Y llega un buen día (más bien un día fatídico) en que vuestros ojos ya no pueden más, vuestra cabeza tampoco y os es imposible leer.  Físicamente imposible. 

¿Qué haríais? Yo no lo sé.  Pero sí sé lo que ha decidido hacer un usuario de mi biblioteca. Es un señor mayor (muy mayor), habitual de las tardes, que de un tiempo a esta parte viene, se sienta delante de una mesa, apoya su bastón en la silla, abre su bolsa y saca una caja de colores de aquellas de madera, preciosa. Todos los lapiceros están perfectamente afilados y alineados por gamas de tonos. Entonces, abre su libreta y muy despacio, elige un dibujo:  la mandala del  día. Puede pasarse un par de horas tranquilamente pintando. La sensación que desprende es de paz total.

Hace unos días me senté a su lado y me interesé por lo que estaba haciendo. Y entonces me explicó su historia. La misma que os he explicado antes. Y además, no puede y no sabe estar en casa sin hacer nada. Ha descubierto que pintar mandalas es una forma de entretenerse, relajarse, mantener la tarde ocupada y sobretodo, de poder seguir manteniendo con la biblioteca ese nexo de unión, ese cordón umbilical, al cual no quiere renunciar. No todavía. 


martes, 10 de abril de 2012

Y después de las monas: Pa amb xocolata


“Una deliciosa novela sobre la amistad y el coraje para todo aquel que se haya emocionado con Chocolat o Cinema Paradiso”. 

Pues ni más ni menos que eso, totalmente de acuerdo con la frase que aparece en la cubierta del libro.  Pa amb xocolata  es una de mis novelas preferidas y os voy a contar cómo fue a parar a mis manos. Nadie me la recomendó, no leí nada sobre ella (y si lo hice no le di la más mínima importancia), no aparecía en los top ten de las novelas más leídas en aquel momento… Simplemente cayó en mis manos. Un usuario de la biblioteca me la devolvió y cuando la iba a poner en la estantería, me gustó. Así de simple. Me gustó el color del libro (marrón como el chocolate), me gustó la foto de la cubierta, me gustó el tacto del libro, me gustó el título… Sí, ya sé que es una explicación muy simple y nada profunda, pero fue así.  Y esto me lleva a pensar en que jamás podré elegir un libro de esta manera si tengo un ebook… (dejaremos para otro momento este tema, ¿vale?).




Teresa Roig es la joven autora de esta novela, situada en Agramunt durante la Guerra Civil.  Una calurosa tarde de verano, Llibert, un niño de 6 años, ve como cae del cielo una estrella fugaz. Pero más tarde descubrirá que se trata del avión estrellado de un piloto de l’Aviazione Legionaria, que durante el transcurso de una misión secreta tiene un accidente que le hace perder la memoria. La fábrica de chocolate del pueblo sirve como el más dulce de los escenarios para esta tierna historia de amistad entre el niño y el piloto, llena de sentimientos, intriga y emoción. 

Un dato importante: lo he recomendado a muchas personas y todavía nadie me ha dicho que no le haya gustado…

lunes, 2 de abril de 2012

2 de abril: Día Internacional del Libro Infantil

Hoy se celebra en todo el mundo el Día Internacional del Libro Infantil, coincidiendo con la fecha del nacimiento del escritor danés Hans Christian Andersen. Y como cada año, un país miembro del IBBY (International Board on Books for Young People) se encarga de editar el cartel anunciador y el mensaje para todos los niños del mundo. Este año le ha tocado a México. Aquí os dejo la foto del cartel y el mensaje escrito por el escritor mejicano Francisco Hinojosa.



HABIA UNA VEZ UN CUENTO QUE CONTABA EL MUNDO ENTERO

Había una vez un cuento que contaba el mundo entero. Ese cuento en realidad no era uno solo, sino muchos más que empezaron a poblar el mundo con sus historias de niñas desobedientes y lobos seductores, de zapatillas de cristal y príncipes enamorados, de gatos ingeniosos y soldaditos de plomo, de gigantes bonachones y fábricas de chocolate. Lo poblaron de palabras, de inteligencia, de imágenes, de personajes extraordinarios. Le permitieron reír, asombrarse, convivir. Lo cargaron de significados. Y desde entonces esos cuentos han continuado multiplicándose para decirnos mil y una veces “Había una vez un cuento que contaba el mundo entero…”
Al leer, al contar o al escuchar cuentos estamos ejercitando la imaginación, como si fuera necesario darle entrenamiento para mantenerla en forma. Algún día, seguramente sin que lo sepamos, una de esas historias acudirá a nuestras vidas para ofrecernos soluciones creativas a los obstáculos que se nos presenten en el camino.
Al leer, al contar o al escuchar cuentos en voz alta también estamos repitiendo un ritual muy antiguo que ha cumplido un papel fundamental en la historia de la civilización: hacer comunidad Alrededor de esos cuentos se han reunido las culturas, las épocas y las generaciones para decirnos que somos uno solo los japoneses, los alemanes y los mexicanos; aquellos que vivieron en el siglo XVII y nosotros que leemos un cuento en internet; los abuelos, los padres y los hijos. Los cuentos nos llenan por igual a los seres humanos, a pesar de nuestras enormes diferencias, porque todos somos, en el fondo, sus protagonistas.
Al contrario de los organismos vivos, que nacen, se reproducen y mueren, los cuentos, que surgen colmados de fertilidad, pueden ser inmortales. En especial aquellos de tradición popular que se adecúan a las circunstancias al contexto del presente en el que son contados o reescritos. Se trata de cuentos que, al reproducirlos o escucharlos os convierten en sus coautores.
Y había una vez, también, un país lleno de mitos, cuentos y leyendas que viajaron por siglos, de boca en boca, para exhibir su idea de la creación, para narrar su historia, para ofrecer su riqueza cultural, para excitar la curiosidad y llenar de sonrisas los labios. Era también un país en el que pocos de sus pobladores tenían acceso a los libros. Pero esa es una historia que ya ha empezado a cambiar. Hoy los cuentos están llegando cada vez más a rincones apartados de mi país, México. Y al encontrarse con sus lectores están cumpliendo con su papel de hacer comunidad, hacer familia y hacer individuos con mayor posibilidad de ser felices.
Francisco Hinojosa