Algo de ropa, neceser, bañador y chanclas, gorra y botas de montaña, cámara de fotos y…
mis libros. La maleta perfecta para unas
vacaciones que están a punto de empezar. Cuatro novelas forman parte ya de mi equipaje, y es que uno de los placeres
de este mes de descanso (laboral) es el de la lectura. Muchas personas aprovechan para hacer una
buena siesta después de comer, yo no. Ese es el mejor momento para leer, cuando
todo parece sumido en esa calma soporífera y calurosa que todos conocemos de
las tardes de verano. Una buena sombra,
una hamaca, una toalla en la arena de la playa… y a disfrutar de un libro.
Leyendo en las playas de Normandía |
Esto de los libros en la maleta me viene ya de largo. Todavía recuerdo como
escondía toda la colección de mis libros favoritos debajo del asiento de atrás
del coche de mi padre para tener una buena provisión de lectura durante mis
vacaciones en el pueblo de mi madre. Recuerdo la cara de mi abuela, incrédula,
cuando me veía tirada en el suelo (estaba muy fresquito) leyendo sin parar.
Incluso en mis vacaciones más turísticas los libros siempre me han
acompañado: en mi biblioteca personal hay libros que han viajado dentro y fuera
de España. Y también hay libros que provienen
precisamente de esos viajes.
Pues eso, que disfrutéis del verano, que descanséis mucho, que carguéis pilas
(que falta nos harán viendo la que se avecina), y que aprovechéis para hacer
todo aquello que durante el año no podéis por falta de tiempo.
Por cierto, ¿qué libro tenéis en mente para estos días? Yo os adelanto que
me llevo Jo confesso, de Jaume Cabré. Ya os contaré. ¿Y vosotros?
Nos leemos a la vuelta. ¡Un beso para tod@s!