Hace unos días tuvimos en la biblioteca la exposición “La Maternitat d’Elna, homenatge a Elisabeth Eidenbenz”. Supongo que muchos de vosotros ya conocéis la historia de esta valiente mujer. Yo admito que había oído hablar de ella pero no conocía los detalles de su historia y, después de la exposición y de leer el libro de Assumpta Montellà, La Maternitat d’Elna: bressol dels exiliats, reconozco que me emocioné.
A principios de 1939 las tropas franquistas tomaron Cataluña y cerca de medio millón de republicanos marcharon a Francia exiliados. Cuando pasaban la frontera francesa eran conducidos de inmediato a los campos de concentración franceses, principalmente a los de Argeles y Barcarés. Allí malvivieron encerrados en alambradas situadas encima mismo de las playas, sin apenas alimentos, muertos de frío y expuestos a las enfermedades y a la falta de higiene. Las mujeres embarazadas daban a luz en las cuadras municipales y después volvían con sus hijos recién nacidos a la misma playa. En el libro de Assumpta Montellà hay algunos relatos desgarradores de madres que vivieron aquel infierno:
«Hi havia una mare que no tenia llet i el nen plorava de gana dia i nit. Quan es rendia de tant plorar, s’adormia i ella l’escalfava amb el seu cos. Les mantes que tenien encara estaven xopes daquells dies tan dolents de febrer. Quan sortia el sol, enterrava el nadó a la sorra fins deixar-li fora només al caparró. La sorra li feia de manta. Però al cap duns dies el nen es va morir de fred i de gana. Jo estava embarassada i només de pensar que el meu fill naixeria en aquell infern ja em desesperava.» Mercè Domènech (Portbou, 2004).
Elisabeth Eidenbenz, nacida en Zúrich en 1913, colaboraba en tareas de ayuda humanitaria en Perpiñán, pero cuando descubrió la situación de estas madres no dudó en pedir ayuda a la Asociación de la Ayuda Suiza a los Niños y a la Cruz Roja Internacional, y de esta manera alquilar, rehabilitar y adaptar un castillo situado a las afueras de Elna. Allí montó una Maternidad, en la que contaban con 2 o 3 enfermeras y puntualmente con un médico y una comadrona. Nacieron 597 bebés con su ayuda y se quedaban allí hasta que tenían 4 meses o incluso más. En abril de 1944 el ejército alemán obligó a Elisabeth a cerrar la Maternidad.
¿No os parece una historia increíble? A mí sí. Increíble, valiente y maravillosa.